En un artículo publicado hace algunos años, por
En este libro, que es resultado de una larga investigación sobre las historias de grandes empresas, de Geus considera que hay dos tipos de empresas, las “empresas económicas” y las “empresas vivas”. Las primeras son dirigidas como máquinas lucrativas y las segundas son dirigidas con el fin de sobrevivir y perpetuarse como comunidades permanentes. Para explicar la diferencia de Geus recurre a la teoría de la evolución, la ecología, la psicología cognitiva, estudios de comportamiento animal y hasta a
Evidentemente que si alguien publica un libro de este tipo, está pensando en que el conocimiento que se presenta es novedoso y útil para un público determinado, en este caso el libro está orientado a los empresarios y ejecutivos de grandes corporaciones que se encuentran en un mundo que día a día les presenta desafíos para el crecimiento y la sobrevivencia de sus empresas.
Lo que llama la atención es que las descubiertas del autor del libro ignoran que ya en 1951, el biólogo austríaco Von Bertalanffi presentó la teoría de los sistemas vivos, que se basa en que las organizaciones compuestas por personas son sistemas equivalentes a seres vivos, con algunas diferencias, siendo una característica fundamental que los sistemas vivos adquieren sus energías del medio y al mismo medio deben el propósito de su existencia, por lo que al dejar de cumplir su propósito se deterioran y pueden perder la capacidad que tienen de sobrevivir utilizando la capacidad de escapar a los ciclos biológicos de “nacimiento - crecimiento - maturación - decadencia - muerte” propios de los seres vivos normales.
Lo que tiene valor en este libro, es la comprobación de la falencia del principio capitalista de que el único objetivo de la empresa es el lucro. Comprobación ésta hecha por medio de una investigación muy al estilo anglo sajón, cuando declara por ejemplo que la vida normal de una multinacional es de 40 a 50 años, basado en que de las 500 mayores empresas listadas por Fortune de 1970, para 1993 habían desaparecido un tercio de ellas, sea por quiebra, compra por terceros, fusiones o desmembramiento.
Analizando las excepciones de Stora, empresa sueca creada 700 años atrás y de Sumitomo fundada en 1590, constata que ambas empresas sobrevivieron adaptándose a los cambios que ocurrieron en su entorno y modificando sus maneras de operar y hasta su tipo de negocios. El autor del libro, llega a afirmar que las “empresas vivas” estrechan lazos con las comunidades con las cuales se relacionan a tal punto que pueden establecer una especie de inmunización, que les permite combatir las enfermedades e infecciones que ocurren a todas las empresas.
El contenido del libro confirma una vez más que la manera de actuar de las empresas no puede estar disociado de las comunidades de las que se sirven ni de las comunidades a las que sirven, y que su fortaleza fundamental reside en la capacidad de identificar los riesgos que les vana afectar debido a los cambios futuros del entorno.
Recientemente también Russell Ackoff, uno de los precursores del Planeamiento Estratégico, explicó que había abandonado esta disciplina debido a que las empresas habían dejado de utilizarla como un instrumento prospectivo del futuro que utiliza mucho el conocimiento humano con ayuda de las matemáticas para utilizar intensivamente las matemáticas y los computadores. Ackoff dijo que si no se veían las organizaciones como unidades de personas capaces de visualizar el entorno y crear una realidad compatible con las necesidades y deseos de la sociedad, estas organizaciones corrían el serio riesgo de desaparecer.
Recientemente
Como las naciones son organizaciones humanas más complejas aún que las empresas, podemos transferir este concepto bahá’í a las empresas y constatar que las llamadas empresas sociales son en realidad organizaciones que tienen valores espirituales tal vez expresados bajo la forma de preocupaciones sociales pero espirituales al fin y al cabo.
El por que no se expresan los valores espirituales tal vez sea por que hasta hace muy poco tiempo parecía “no estar de moda” o “no quedaba bien” hablar de temas espirituales, nuestro materialismo era una coraza frente al mundo. Entendemos que es la hora de dejar de lado esa hipocresía, y enfrentar la realidad expresándonos claramente y reafirmando que la creencia en Dios y los principios religiosos fundamentales son esenciales para el desarrollo de la humanidad en todos sus aspectos.
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